5.12.11

AFRONTAR LA MANIPULACIÓN

Afrontamos un tema muy común en nuestra sociedad y muy complicado, que tiene diversos grados (de mayor o menor intensidad e importancia para los que son manipulados)  escenarios (en la pareja, en el trabajo, con los hijos/as, con la familia, amigos...) por eso abordamos de una forma extensa el problema para intentar abordar toda la problemática que conlleva la manipulación y sobre todo el cómo podemos afrontarla... con un método útil y que ha de adaptarse a cada situación. En cualquier caso los problemas graves siempre han de ser tratados por un profesional. Pero aquí tienes la información para poder identificarla y afrontarla.
¿Qué es la manipulación?
La manipulación es un recurso para salir de situaciones difíciles, que emplea quien es más débil o está en una posición más frágil o vulnerable.
¿Es lo mismo la manipulación que el chantaje emocional, el acoso moral o el tan traído y llevado actualmente mobbing? No, pero casi.
Podemos decir que hay un continuo entre todas las formas de abuso interpersonal. En un principio podemos encontrarnos la manipulación como algo sutil, a veces incluso imperceptible, basado en el deseo de salirse con la suya a propia costa y en la inseguridad de la persona que la lleva a la práctica.
Cuando la manipulación es insuficiente se recurre al chantaje emocional: Hacer sentir miedo, culpa o vergüenza, y ejercer un grado variable de poder sobre esa persona. Si el chantaje tampoco funciona, empieza a plantearse la posibilidad de emplear la agresión física. El acoso moral, especialmente cuando se ejerce en el medio laboral (mobbing) supone un grado elevado de poder por parte de la persona que lo ejerce.
Es, especialmente en el plano de la conducta asertiva, que le lleva a emplear primero medios sutiles para conseguir que los demás hagan lo que él quiere, y después cada vez más agresivos hasta llegar a la violencia pura.
 Este individuo tiene un importante déficit de habilidades sociales.
Los manipuladores son lobos con piel de cordero, que parecen encantadores y sufridos, cuando en realidad son amenazadores: emplean el miedo, la obligación y el sentimiento de culpa para lograr que hagas lo que ellos quieren en vez de lo que deseas. Ven a los demás como marionetas en sus manos y, cuando las personas no responden a los hilos invisibles que ellos mueven, pasan a las amenazas.

Sus intimidaciones asumen distintas formas, pero en el fondo todas significan lo mismo: "Sufrirás si no te comportas como quiero". Cuando se salen con la suya nos rodean con una reconfortante intimidad; cuando no lo logran apelan a sus tácticas.

Para escapar de su extorsión emotiva y no volver a caer en una emboscada, hay que entender cómo funciona la manipulación, enfrentarse a ella y definir estrategias para cada situación.

El manipulador utiliza el miedo, la obligación y la culpa como instrumentos para obligarnos a ceder: nos hacen temer las consecuencias de no plegarnos a sus deseos, sentirnos obligados a satisfacerlos o que sentiremos remordimiento si no capitulamos.
¿Cómo va evolucionando la manipulación?
En un principio podemos encontrarnos la manipulación como algo sutil, a veces incluso imperceptible, basado en el deseo de salirse con la suya a propia costa y en la inseguridad de la persona que la lleva a la práctica.
Cuando la manipulación es insuficiente se recurre al chantaje emocional: Hacer sentir miedo, culpa o vergüenza, y ejercer un grado variable de poder sobre esa persona. Si el chantaje tampoco funciona, empieza a plantearse la posibilidad de emplear la agresión física. El acoso moral, especialmente cuando se ejerce en el medio laboral (mobbing) supone un grado elevado de poder por parte de la persona que lo ejerce.
En el fondo, todo es lo mismo: Inseguridad del manipulador, que emplea técnicas para resolver sus problemas basadas en la agresividad activa o pasiva. Este individuo tiene un importante déficit de habilidades sociales, especialmente en el plano de la conducta asertiva, que le lleva a emplear primero medios sutiles para conseguir que los demás hagan lo que él quiere, y después cada vez más agresivos hasta llegar a la violencia pura y dura.
La manipulación es lo más denigrante para la persona humana.

¿Quién manipula?
Toda persona que use a los demás para alcanzar sus deseos, es un manipulador.
Los manipuladores cotidianos son esas personas que pasan por nuestra vida imponiéndonos su visión del mundo y su forma de hacer y sentir. Esos individuos que se aprovechan de una relación estrecha y afectuosa para satisfacer sus necesidades, sin importarle en absoluto los sentimientos de la otra persona. Si ahora mismo echas una vistazo a tu alrededor, seguro que te encuentras alguno.

Todos somos manipuladores. En mayor o menor medida, todos hemos empleado en más de una ocasión las estrategias de los MC, especialmente en la infancia. Pero cuando estas técnicas se convierten en el modo predominante de relacionarse con las otras personas, cuando uno acaba preguntándose si aquello es una relación de pareja o de amistad, o simplemente un intercambio comercial, seguramente sea más que una estrategia pasajera.
¿Cómo son los/as manipuladores/as? Su perfil, aprenda a conocerlos mejor
Tienen una historia de aprendizaje deficitaria: Según distintos estudios ellos o sus padres pueden haber sufrido malos tratos físicos, psíquicos o abandono precoz, sea físico o emocional. Tal vez perdieron a la madre demasiado pronto (o esto sucedió en dos generaciones anteriores), o quizás uno de sus padres tenía un trastorno grave de personalidad, o sufrieron otras experiencias traumáticas. Puede que simplemente fuesen ese hijo o hija al que sus padres nunca hicieron demasiado caso, o a quien cargaron con responsabilidades antes de tiempo.

Cuando intentas hablar de emociones con ellos tienes una sensación como "de vacío". Aunque socialmente parezcan encantadores, o por lo menos educados, si los sacas de los tópicos no saben hablar de sentimientos positivos, porque en su infancia, o bien no hubo nadie que pudiera enseñarles, o lo único que pudieron adquirir fue miedo, un miedo visceral y atroz que les consume por dentro. Por supuesto, lo negarán y proyectarán.
No es que no hayan tenido historia de aprendizaje: La vida pasa por igual para todos. Lo que sucede es que nadie les ha enseñado valores como la tolerancia, el respeto al otro o el amor no comercial.
Les falta confianza en ellos mismos. Aparentan una autoestima de la que carecen. Son personas muy inseguras. Se sienten incómodos en todo tipo de relaciones, así que proyectan en los otros esa inseguridad y la compensan intentando hacer ver que sólo ellos son los que tienen la verdad.
Muestran intolerancia, dogmatismo, crítica destructiva e incluso agresividad física y verbal cuando su posición parece verse amenazada. Y también un deseo casi compulsivo de enterarse de todo para que la situación no se les escape de su control.

Sienten miedo ante la evaluación social. Necesitan dar una buena imagen. La inseguridad les lleva a ser muy temerosos en sus relaciones sociales. Aunque aparenten todo lo contrario, tienen un miedo atroz a la evaluación y se ponen nerviosísimos cuando se encuentran en un medio social amplio y puede ser descubierto su carácter manipulador.

Temen al ridículo como a la peste, y cambian por completo cuando están rodeados de otras personas, al menos al principio. Después evitan activamente estas situaciones, y para justificarse se molestan por cualquier cosa cuando se encuentran en una de ellas y juran no volver más, o bien vuelven a utilizar su proyección favorita y están constantemente criticando los errores que cometen sus personas significativas.


¿Cómo se manipula?

Hay varias formas de manipulación. Unas que manipulan a una persona, otras que los hacen con poblaciones enteras. En ambos casos, el manipulador busca, como decíamos, satisfacer sus intereses propios.

Quien manipula a una persona puede ser un padre de familia que usa a sus hijos para satisfacer su comodidad o capricho. Quiere que sus hijos, o su esposa, o su esposo, hagan lo que desea.

Cuando la manipulación busca que toda una población se comporte como uno o unos cuantos desean que así lo hagan. Por ejemplo, muchos anuncios publicitarios buscan que la población compre tal o cual producto, sin explicar si realmente es necesario o no. Buscan los centavos de los habitantes, y nada más. No les importa lo que vaya a suceder. Un caso extremo es la droga. El único interés del narcotraficante el dinero del drogadicto. No le importa lo que a éste último se le vaya a causar o dañar.


¿Qué características comunes tienen los actos manipuladores?

1.    Es cosa de dos: En todo acto de manipulación encontramos al menos a dos personas: al manipulador y al que es manipulado.

2. Un círculo vicioso entre los dos: Como son dos personas, necesariamente tiene que haber decisiones de ambas: La del manipulador, que libremente busca usar al otro; y la del manipulado que, por miedo, engaño o presión decide someterse al manipulador.
3. Negar la dignidad de los demás: Encontramos, también, que todo manipulador busca satisfacer sus propios deseos o caprichos, sin importarle la dignidad de los demás. Su única medida es su propio provecho, a costa de la denigración de la persona a quien manipula. Se puede decir que el manipulador es un egoísta consumado, que se ve a sí mismo con dignidad, pero que niega la de los demás.

4. Ver sólo un lado de la verdad: En todo acto manipulador se emplea a la verdad como elemento característico, pero a la verdad reducida a un solo aspecto. Por ejemplo, cuando un padre o una madre de familia obligan a sus hijos a servirle según sus caprichos, apela a que es el padre o la madre. Esa es la verdad: es el padre o la madre del niño, a quien, por ser progenitor, hay que respetar y obedecer. Sin embargo, esa es únicamente parte de la verdad, pues los hijos son personas al igual que los papás; merecen el respeto a su dignidad; obedecer no quiere decir que cumplan ciegamente los caprichos de los padres, o que por el hecho de ser papás, los hijos ya son sus servidores o criados. En este caso, la madre o el padre manipulador usa su condición de progenitor para su conveniencia, reduciendo la verdad de la paternidad o de la maternidad a un solo aspecto de éstas: la obediencia filial de los hijos.

Algo similar sucede en las grandes manipulaciones de la sociedad. Se presenta a una parte de la verdad como si lo fuera ésta, todo. Por ejemplo, el caso de aquel desodorante que por el hecho de usarlo ya dará seguridad a quien lo compra. Sí, da la seguridad que uno no va a oler mal, pero entre eso y adquirir seguridad para enfrentarse a los problemas de la vida, hay un gran abismo.

5. El manipulador determina la hoja de ruta del manipulado: En todo acto de manipulación la intención es lograr que el manipulado presente un comportamiento preestablecido por el manipulador. Por tanto, cuanto menor sea la reflexión del primero, mayor será la garantía para el segundo. De aquí que la ignorancia, el miedo o el falseamiento de los argumentos, se encuentren en este acto, o al menos uno de ellos.

6. La manipulación siempre se manifiesta sutilmente, esa es la trampa. En toda manipulación se busca que el manipulado no se percate del engaño o de las intenciones del manipulador, pues de hacerlo, lo más probables es que este último no se deje manipular. Por tanto, suele haber sutiles comentarios, bajo el pretexto de un falso respeto hacia el manipulado.

7. No son precisos en sus afirmaciones , pero las dejan caer generalizándolas. Otro gran aspecto de la manipulación es que, astutamente, no se definen con exactitud las cosas, dejando abierto el contexto y el fondo de la acción. Por ejemplo, cuando a alguien le comentan: “Se dice en todo el pueblo, que no sabes tratar a la gente, que eres un inconsiderado, un mal educado…”. Nunca te aclararán ni quien lo dice, ni el por qué, ni en qué circunstancias.

8. Aparentemente el manipulador lo hace basándose en valores, sólo aparentemente: En toda acción manipuladora se juega con los verdaderos valores, pues se usan como pretexto para que la acción aparente basarse en ellos, aunque, realmente, los niega.
La persona manipuladora es consciente de las estrategias que utiliza pero siempre intenta proyectar la culpa en los demás.
“No sé cómo estuve tanto tiempo con ese/a hombre/mujer”, suele ser el comentario de los/as hombres/mujeres que pasaron por la experiencia de enamorarse de un/a manipulador/a y sobrevivir a él: darse cuenta de quién tenían al lado para luego poder terminar con la relación y contar la experiencia para que otros/as hombres/mujeres no se tropiecen con la misma piedra.

El perfil del manipulador es bastante atractivo, en un comienzo se presentan como encantadores/as y sufrientes, la vida no los ha tratado bien. Inspiran compasión y deseo de protegerlos/as. Cuando ya han conquistado a su presa los manipuladores empiezan a mostrar su verdadera personalidad: utilizan el miedo y el sometimiento e inspiran culpa en el otro.
No es tan fácil liberarse de un/a manipulador/a, la mujer/hombre que forma pareja con él/ella sufre sus amenazas: de hacerles la vida más complicada, de dejarlos/as solos/as o hasta de suicidarse...cuando ellos/as ceden, vuelven a caer en sus redes y la relación se convierte en un círculo vicioso.
Para combatirlos, ante todo no hay que ceder a sus presiones y manejos: tomarse tiempo para reflexionar y esquivar los manejos psicológicos que nunca terminan bien. La realidad es que el mejor consejo es evitar la compañía de un/a manipulador o deshacerse de él tan pronto como sea posible..., o bien intentar hacerles frente. Si te miran el móvil, si te controlan el horario, tus compañías, tus quehaceres, tu tiempo libre....no lo permitas.

Como hacerles frente a los/as manipuladores/as?

Para intentar afrontar las relaciones con las personas manipuladoras cotidianas (aquellas que de forma continuada en su vida son así) hay que seguir unas pautas que podemos sintetizar de esta forma:
·         Conocer los propios puntos débiles y reforzarlos. Las carencias del manipulador están en unos puntos. Las del manipulado en otros. ¿Cuáles son? Esa es nuestra tarea.
·         Tomar la decisión de modificar la relación, a sabiendas de que va a suponer un esfuerzo considerable. Hemos de decidir salir de esa relación que nos lleva al sufrimiento y la infelicidad.
·         Mantener abierto el canal de la comunicación: “Que no te cuelguen el teléfono, cuando le dejas las cosas claras”, que no te corte la comunicación unilateralmente.
·          Aprender a ser asertivos, a decir lo que se piensa, respetando al otro pero defendiendo nuestros derechos.
·         Plantearse la supervivencia a la agresividad, sea esta ejercida por el manipulador/a activa o pasiva, como el mayor problema a superar.
·         En el caso de que se llegue a agresión, hemos de recurrir a todas las posibilidades que permita el sistema legal para enfrentarse a la agresión.
·         No empeñarse en intentar cambiarles. Son así, y tendrán que convivir con su inseguridad. No hay que ser salvador de nadie, sólo compañero/a, amigo/a, pareja, expareja, hermano/a, hijo/a.
·         Tener siempre presente la posibilidad de romper la relación, y ejercer ese derecho en el caso en que sea necesario.
·         Debes descubrir tus puntos débiles antes de enfrentarte a ellos, tienes que tapar tus puntos débiles, aquellas vulnerabilidades de las que se aprovechan para dominarte.
·         Los puntos débiles que ellos/as detectan habitualmente son:
*Baja autoestima (si no la tienes intentan creártela).
*Ser tan manipulador como ellos: Inseguridad, carencias afectivas, ansiedad ante la evaluación social (de los demás).
*Miedo a pérdidas emocionales (te van a dejar, vas a tener una ruptura, no te van a querer ,etc.) y físicas (vas a perder tu trabajo, tus ingresos, tu casa…) .

Aunque cualquiera puede ser víctima de manipulación, hay personas más proclives a ello. Para sobrevivir a los manipuladores, es útil detectar el punto débil que les ha permitido apoderarse del control sobre la vida de la otra persona en una o varias de las áreas importantes.

Los puntos débiles suelen estar relacionados con la baja autoestima, la necesidad de aprobación, y el miedo a la posibilidad de perder el contacto con la otra persona, los hijos o los bienes comunes.

Hay que prestar especial atención a:

· LA AUTOESTIMA: Si te valoras en base al juicio de los demás, tienes tendencia a centrar la evaluación de tus acciones en los puntos negativos o te quieres poco, es probable que seas un objetivo fácil.

·
LOS RASGOS TÍPICOS DE LOS MANIPULADORES: A menudo las relaciones humanas son una batalla campal entre dos personas por el control. La presencia en el presunto manipulado de carencias afectivas, preocupación excesiva por la opinión de otras personas en relación a sus actos, baja autoestima, proyección o actitud agresiva son también puntos clave.

·
EL MIEDO A LA PÉRDIDA: Los manipuladores cotidianos establecen relaciones en las que arriesgan poco. Normalmente es la otra persona quien soporta el peso del vínculo, tanto en términos afectivos como económicos. De esta forma se sitúan en una posición de poder, al tener menos que perder que la otra parte ante la ruptura de la relación. Es casi seguro que el manipulado tenga miedo a la ruptura por todo lo que ha arriesgado en el proceso.

Basta con una de estas características para ser un manipulado en potencia. Y, ¿quién no está en una de las tres situaciones? Cuando das con una persona que quiere salirse con la suya a toda costa porque es la única forma de resolver su inseguridad, aunque tengas una autoestima normal te la irá minando hasta que caigas; aunque no emplees estrategias de manipulación te irán imponiendo su estilo de comunicación hasta que sólo sepas hablar mediante indirectas, "comentarios inocentes" y sugerencias. Y prácticamente todas las relaciones que establecen son asimétricas en cuanto al reparto de cargas. Cualquiera es, o puede ser, manipulador o manipulado.

¿Cómo evitar la manipulación?

- Debemos conocernos muy bien, especialmente nuestras debilidades y reforzarlas.
- Tomar la decisión de cambiar nuestra la relación o terminarla, a pesar que esto cause gran dolor.
- Tener clara la posibilidad de enfrentar actitudes agresivas.
- Usar las herramientas que entrega la ley para enfrentar la agresión.
- No desgastarse demasiado en cambiar a la persona que tenemos al lado, pues solo somos compañeros no salvadores de nadie.

¿Cómo puedo superar mis debilidades?

A continuación vemos qué hacer para fortalecer tus puntos débiles de tal forma que sea difícil o imposible utilizarlos para aprovecharse de ti
· Puedes necesitar ayuda profesional, para aprender a combatir tus puntos débiles la ayuda de un/a psicólogo/a puede ser trascendental.
· Autoestima: ver el nivel de seguridad que tenemos de las cosas. Realmente somos mejores de lo que a veces pensamos.
· Manipulación: ¿Por qué salirme siempre con la mía? Esa es la pregunta.
Pérdida: Aceptación de que podemos perder algo y no pasa nada. No es mejor ser humano el que menos veces se cae, sino el que más veces se levanta.Antes de resolver los problemas interpersonales hay que abordar los intrapersonales. Los manipuladores se han aprovechado durante mucho tiempo de los puntos débiles de sus víctimas y sus ataques van a incidir en ellos cuando encuentren resistencia. Por eso es importante reducir al máximo esos puntos.
A veces es imposible hacerlo por uno/a mismo/a y hay que recurrir a ayuda profesional. En muchas ocasiones no es necesaria una psicoterapia amplia, puede bastar con unas pocas sesiones con objetivos específicos. Y el apoyo del profesional en muchas ocasiones es un punto favorecedor para afrontar los ataques posteriores del manipulador. Además, es muy importante detectar la presencia de trastornos de personalidad o patologías como la esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo.

Si lo intentas por ti mismo, comienza por deshacerte de la autovaloración negativa. Tú no eres ni bueno ni malo. En todo caso, lo son tus acciones. No eres una persona exitosa o fracasada, haces cosas que salen mejor o peor, no puedes ser juzgado como persona ni por un juez, aunque sí algunas de tus acciones. Aciertas y te equivocas como cualquier otro, incluido tu manipulador/a.
Suele ser útil que anotes todas las cosas que van en contra de esa autovaloración que te está causando problemas. Esto te ayudará a convencerte de que eres como cualquier otra persona. Y no dejes de buscar ayuda profesional si no lo consigues por ti mismo.


¿Cómo puedo superar ahora la relación donde me manipulan?

El objetivo que nos marcamos es el reequilibrio del poder en la relación, de tal forma que el reparto de cargas de todo tipo (emocionales, económicas, de amistades, de planificación, físicas, sea equitativo. Esto hace desaparecer la necesidad de manipulación.

El problema es que los/as manipuladores/as tienen demasiadas razones para no querer bajarse del “burro”. Es más como hemos dicho frecuentemente rechazan a la gente que puede ponerlos "frente al espejo" de su propia manipulación: Expresiones como "yo no creo en los psicólogos", o "la/el que tienes que ir al psicólogo eres tú", o ¿"Que me van a decir, que yo ya no sepa? , o "seguro que ya le has contado tu versión...."
Una vez controlados los problemas interpersonales que llevan a ser víctima fácil de los manipuladores hay que renegociar la relación de tal forma que las cargas sean similares para uno y para otro y el reparto de poder sea equitativo de tal forma que las decisiones se tomen por un consenso en el que es fundamental el punto de vista de ambos miembros.
Enfrentarse a una persona que se ha colocado en una situación cómoda en la que ostenta la mayor parte de poder en la relación, realiza las tareas menos peligrosas y consigue que los demás resuelvan sus problemas al mismo tiempo que se ha apoderado del control de todo lo que puede suponer autonomía para la otra parte, es un proceso difícil por varias razones:
·         El manipulador tiene la sartén por el mango. Haga lo que haga la otra parte siempre va a ir en su beneficio.
·         No permite comunicar o negociar sobre su posición de poder. Las únicas interacciones no prohibidas en la relación son las relativas a los incrementos de dominio por su parte.
·         Emplea una comunicación muy indirecta, con lo que resulta difícil poder plantear una estrategia asertiva o de negociación en el caso de que se aviniese a hablar (usualmente esto sólo sucede en presencia de terceros).
·         No tiene ningún problema en utilizar estrategias de chantaje emocional, acoso emocional o incluso violencia física o verbal en el caso de que vea cuestionada su posición de poder.
·         Busca los puntos débiles de la otra persona (que conoce a la perfección) y aunque se encuentren reforzados intenta entrar por allí.
·         Ha desacreditado socialmente a la otra persona, y/o a sus apoyos, de tal forma que es difícil que pueda conseguir apoyos exteriores.
Cuando ven amenazada su posición de poder "cuelgan el teléfono": No permiten mantener comunicación con la parte dominada. Puedes como estrategia utilizar varias técnicas:
·         Sacar el tema delante de terceros.
·         Ir soltando "pequeños comentarios" como hacen ellos.
·         Contar una parábola.

Abordarlo en una de las escasas situaciones en las que la persona victima de la manipulación tiene poder.

Hay pocas cosas más desagradables que finalizar una conversación telefónica sin despedirse. Cuando te cuelgan el teléfono en medio de una conversación porque la otra persona no quiere escuchar lo que le vas a decir es difícil que no te sientas fatal.

Si las cosas se les complican suelen combinarlo con el enfado, que actúa como poderoso inductor de culpa en la otra persona, o también como generador de agresividad que les serviría para hacerse aún más la víctima. Pero aquí ya salimos de pleno de la manipulación para entrar en el terreno del chantaje.

Si quieres empezar a resolver tus problemas con tus manipuladores cotidianos tendrás que luchar por tener una relación equitativa, tanto si te hablan o te escuchan como si no. Lo más funcional es lograrlo mediante un proceso de negociación que a veces puede ser tan encubierta e indirecta como la misma comunicación que ellos utilizan.

·         Plantear el tema conflictivo cuando se encuentre delante una tercera persona.
·         Dejarle que plantee otra conversación de las suyas, con sus sugerencias sobre lo que hay que comprar, lo mala que es tu madre/padre o tu familia, lo bien que hace las cosas, y expresar algún comentario indirecto (ahora uno, en dos minutos otro...) sobre el tema que tú quieres tratar.
·         Recurrir al empleo de parábolas. Tal vez no puedas hablar de lo que te ha hecho, pero sí de lo que le ha sucedido a tu vecina, a su madre, a tu cuñado, a...Cuando se ha utilizado esta técnica, se he hecho inventando contenidos con personajes reales. Seguramente no se den por aludidos, pero tiene su utilidad.
·         Abordarlo en una situación en la que tú tienes el poder. Por ejemplo, mientras conduces y ellos van sentados cómodamente de pasajeros en el asiento delantero derecho. En ese momento no pueden utilizar el chantaje porque afectaría a la capacidad de concentración del chófer y tener un accidente, y no existe la posibilidad de escapar del coche en marcha ni ponerse a conducir porque se le caerían los anillos. En una situación así pierden buena parte de sus privilegios.
Afrontar con la mejora de nuestra comunicación las manipulaciones
Los intentos de afrontamiento pasan por recuperar el respeto hacia la persona del manipulador que se había perdido en la relación. Una vez superados los puntos débiles interiores, toca enfrentarse a los exteriores.

Esto se hace mediante técnicas asertivas: Basadas en la negociación y expresión de los propios sentimientos para que el manipulador tome conciencia del efecto que su conducta produce en sus "seres queridos".

El afrontamiento de los problemas con los manipuladores tiene que hacerse siendo asertivos: Luchando por defender los propios derechos sin vulnerar los de la otra persona. Cuando permiten la comunicación directa es posible intentar un proceso de negociación que lleve a un compromiso viable. Cuando la comunicación se vuelve imposible, se pueden emplear las técnicas asertivas , que son las que permiten mantener la integridad ante los ataques de la parte manipuladora.

¿Por qué no siempre se obtiene éxito con las técnicas asertivas?

Porque pueden estar en una situación de poder. Si van subidos en el burro no van a tener ninguna prisa por bajarse.

Porque puede que generen tanto miedo que cuando se ponen "en plan" bloqueen a la otra parte que traga con tal de no sufrir sus amenazas o su ira.

Porque tengan una patología y sean más que simples manipuladores y entren en la categoría de "trastornos de la personalidad" con una patología que ya ha de tratarse como un problema de salud mental. Entonces no hay solución, si ellos/ellas no tienen tratamiento psicológico. Porque no dejan que la otra parte les comunique algo. Cortan la conversación, la escucha.
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Veamos cuáles son las técnicas asertivas a poner en marcha:
Asertividad basada en “buenas intenciones”

INTENTAR LLEGAR A UN COMPROMISO VIABLE
Aunque con los manipuladores suele ser muy raro, en ocasiones se llega a una situación en la que tan legítimos son los derechos de la otra parte como los tuyos. En este caso, habrá que negociar hasta llegar a una solución que sirva a las dos partes. Se trata de ganar de un lado y perder de otro. Eso sí, sin vulnerar el respeto que sientes por ti mismo.

ESCUCHAR LA INFORMACIÓN QUE DAN SOBRE ELLOS MISMOS
Uno de sus puntos débiles es la falta de confianza en sí mismos, y la necesidad de aceptación por parte de las otras personas. Aunque se "venden" como auténticos maestros ante los demás, hacen un autobombo de sí mismos muy elaborado. Si atiendes a todo aquello que no supone intento de aprovecharse sino revelación sobre ellos mismos, es más probable que se sientan comprendidos y presionen menos para salirse con la suya. Además, podrás mantener conversaciones sin entrar en colisión por objetivos diferentes.

INFORMARLES SOBRE CÓMO TE SIENTES ANTE SUS ATAQUES
Aunque en ocasiones pueda suponer darles una cierta ventaja, informarles de que te están haciendo daño sin culpabilizarles les confronta con su propia estupidez. Es como decirles "no quiero ser como tú, prefiero respetar a las otras personas". Tal vez se pongan todavía más agresivos o aparenten crecerse, pero es posible que percibas cómo algo se tambalea en su interior.

“Asertividad defensiva”
Aunque no te dejen hablar, siempre vas a tener una oportunidad de demostrarles que ya no estás dispuesto a dejar que te pisen.
No pueden pasarse la vida sin criticarte a ti o a tus seres queridos. Esperan atemorizarte al hacerlo y salir reforzados en su creencia de que siguen teniendo el poder en la relación.
Poco a poco irás dominando las técnicas asertivas y así conseguirás sobrevivir (aunque habrás pasado un poco de miedo o de inseguridad con lo que haces...)

PERSEVERANCIA: EL DISCO RAYADO
¿A qué te das por vencido/a cuando te imponen algo? ¿A que eres incapaz de decirles que no aun cuando ves que lo que están haciendo es injusto contigo?
Un viejo truco: Repetir una y otra vez lo que quieres, sin enojarte, irritarte, ni levantar la voz. ¡Y sin dar explicaciones o excusas, que te culpabilizarían! No debes temer acabar sonando como un viejo disco rayado. De esta forma les das a entender que no estás dispuesto a dejar que te pisen, y al mismo tiempo impides que cambien el tema de conversación para llevarte a su terreno.

LA RAZÓN PARA LOS TONTOS: EL BANCO DE NIEBLA
Esperan que te defiendas para poder atacarte más y más. Te critican injustamente para que te justifiques, con lo que implícitamente les estás dando la razón (el que se pica ajos come), o para que les respondas con otra crítica y les des pie a ponerte de vuelta y media.
Ni te defiendas ni contracritiques. Simplemente, escucha lo que te dicen, reconoce que pueden tener razón, no niegues lo innegable y expón tu punto de vista. Puede parecer que estás bajándote los pantalones y que tragas con todo, pero es otra forma de confrontarles con su propia estupidez. Cuando no reaccionas de la forma que esperan es fácil que se desinflen tras insistir un poco en lo mismo.
Esto es lo que David Burns llama la "técnica desarmante". Primero, le dices que tiene (o puede tener) razón en lo que nos dice, pero piensas de otra manera que le expones inmediatamente. Así, le comunicas que efectivamente has escuchado su mensaje pero que no estás dispuesto a renunciar a tus derechos porque a ellos les parezca que tienes que ser su esclavo.

CUANDO TE PILLAN EN UNA METEDURA DE PATA: LA ASERCIÓN NEGATIVA
¿Y si "realmente" has hecho algo mal? ¿Si has vulnerado los derechos de otra persona (sin darte cuenta, porque si ha sido deliberadamente será que nos hemos pasado al otro bando) y ellos se dan cuenta o son las víctimas? ¡Menuda te espera!
Ellos no asumen los errores: los proyectan en los demás. Si además encuentran que el otro ha cometido un fallo, les pones en su situación favorita: criticar, criticar y criticar. ¿Qué hacer cuando no hay escapatoria? Pues lo que ellos nunca harían.
Reconoce el error e incluso critícate a ti mismo. "¡Qué increíble error por mi parte!" Al mismo tiempo, tendrás que hacerle ver con tu actitud que el mundo no se acaba porque te hayan ganado la etapa en la misma línea de meta o seas el que menos vende en la tienda.

BUSCAR EL ÁREA DE CONFLICTO: LA INTERROGACIÓN NEGATIVA
Al igual que no debes tener reparos en reconocer que te confundes un montón de veces a la semana, tampoco debes tenerlo para explorar más profundamente el conflicto con esa persona. Así, cuando te critica le puedes pedir aclaraciones, como diciendo "vamos a ver qué es lo que no te gusta de mi comportamiento" mientras sigues asumiendo que el mundo no se acaba porque no le guste lo que haces.

TOMADO DE: Psicología: Ayuda a las personas Psychology: Helps people

15.9.11

Trastornos somatomorfos (psicosomáticos)


Las personas con trastornos de este tipo presentan una serie de quejas y síntomas físicos, pero las pruebas médicas realizadas no indican enfermedad orgánica alguna o, si hay alguna enfermedad, no puede explicar sus síntomas, ya que el origen de dichos síntomas es psicológico. Suelen presentarse en las consultas de los médicos convencidos de que sus síntomas se deben a alguna enfermedad física y a menudo no aceptan la posibilidad de una etiología psicológica. Los síntomas aparecen en periodos de estrés.


Muchas personas tienen a veces síntomas de este tipo sin que por ello padezcan un trastorno somatomorfo. Para diagnosticar este trastorno es necesario que los síntomas sean lo bastante graves como para interferir en la vida de estas personas (relaciones, trabajo, etc) e impedirles funcionar con normalidad.


Algunos autores piensan que ese trastorno se debe a un rechazo real o imaginado por parte de personas significativas. Las continuas quejas de dolor o síntomas físicos tendrían la función de obtener la atención de dichas personas y modificar su comportamiento, aunque esto se realiza de un modo inconsciente. Sin embargo, las quejas prolongadas infundadas suelen acabar suscitando más rechazo, el cual a su vez agravaría los síntomas.


Otras autores destacan el componente de aprendizaje de este tipo de trastornos. Se ha visto que es más frecuente en personas cuyos padres o madres han padecido enfermedades físicas (o trastornos somatomorfos) durante la niñez del paciente, sobre todo si obtenían algún beneficio de dichos síntomas. De este modo, siendo niños aprenden un modo de comportarse que consiste en utilizar los síntomas físicos para obtener atención, afecto, evitar situaciones estresantes, etc.


El abuso físico y sexual en la infancia, así como una historia de secretos familiares suele ser también un antecedente de estos trastornos. En estos casos suele darse una represión de las emociones (por ejemplo, cuando una familia niega la existencia de los abusos y nunca habla de ellos), de modo que los conflictos que no pueden ser expresados emocionalmente acaban siendo expresados mediante síntomas físicos. A veces es también un modo de pedir ayuda sin tener que hablar ni contar lo sucedido, como puede pasar en casos de abusos sexuales en la infancia.

En una investigación (Reilly, 1999) se comparó grupos de personas sin enfermedad orgánica (convulsiones no epilépticas y enfermedad del intestino irritable) con personas con síntomas similares procedentes de enfermedades físicas (epilepsia y enfermedad de Crohn). Los pacientes del primero grupo (con los dos tipos de síntomas) se asemejaban entre ellos en que recordaban más abusos físicos y sexuales que el otro grupo. También eran similares respecto a padecer más problemas emocionales y sociales y estar más orientados hacia la enfermedad que los dos grupos con enfermedades orgánicas.

 


Trastorno de somatización


En el pasado, este trastorno recibía el nombre de histeria. Consiste en la aparición de numerosos síntomas físicos que comienzan antes de los 30 años y causan un mal funcionamiento en la vida de estas personas. Durante la exploración médica no aparece ninguna enfermedad o bien si aparece alguna no explica todos los síntomas. Para que se diagnostique el trastorno es necesario que se cumplan todos estos criterios:

·         Dolor en cuatro zonas diferentes (por ejemplo, cabeza, abdomen, espalda y pecho) o en cuatro funciones diferentes (por ejemplo, dolor menstrual, dolor al orinar, dolor durante las relaciones sexuales, etc.).

·         Dos síntomas gastrointestinales diferentes del dolor (por ejemplo, náuseas y vómitos).

·         Un síntoma sexual y reproductivo que no sea dolor.

·         Un síntoma psiconeurológico (por ejemplo, parálisis, afonía, retención urinaria... de origen psicológico).

Cualquier parte del cuerpo puede verse afectada, y entre los síntomas que pueden aparecer se encuentran: dolores de cabeza, náuseas, vómitos, hinchazón, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, dolor menstrual, fatiga, desvanecimientos, coito doloroso, pérdida del deseo sexual, dolor al orinar, problemas de erección o eyaculación, síntomas psiconeurológicos. Es habitual que estas personas padezcan también ansiedad y/o depresión.


Suelen describir sus síntomas como insoportables o lo peor que se pueda imaginar y a menudo se vuelven dependientes y manipuladores en sus relaciones y exigen atención y cuidados, llegando a enfadarse si los demás no satisfaces sus necesidades. No suelen ser conscientes de que su problema principal es psicológico y buscan ayuda médica. Aunque a veces su síntomas les reporten ganancias secundarias, no es raro que se sientan culpables y duden de su capacidad y valor personal.


Ejemplo de caso: Susana era una chica de 15 años que había padecido durante dos años los siguientes síntomas: dolores corporales, fatiga, fiebre, dolores de cabeza, diarrea, náuseas, dolor articular, dolor al orinar y menstruaciones irregulares. Los análisis médicos fueron normales, no apareciendo ninguna enfermedad física. En un principio negó padecer una situación estresante o haber sido víctima de algún trauma psíquico.


Sin embargo, más tarde se decidió a revelar una historia de abuso sexual por parte de su hermano y la pareja de su madre y violencia doméstica durante años. Sus síntomas eran debidos al intenso malestar provocados por los abusos y el ambiente de violencia que debía mantener en secreto.



Trastorno por dolor


El síntoma principal es el dolor en una o varias zonas del cuerpo. Se trata de un dolor intenso que afecta y dificulta el funcionamiento de estas personas en áreas importantes de su vida (trabajo, relaciones, etc). A veces se trata de un dolor agudo, con menos de seis meses de duración, aunque otra veces se acaba volviendo crónico.


Los lugares más habituales en los que aparece el dolor son:

·         Cabeza

·         Abdomen

·         Pecho

·         Espalda

No obstante, puede verse afectada cualquier parte del cuerpo. Pueden aparecer dolores musculares, dolores articulares, dolor pélvico, etc. A veces hay alguna enfermedad médica asociada que explica el dolor, pero no explica su severidad o incapacidad que provoca, y otras veces el dolor aparece en ausencia de una alteración médica que pudiera explicarlo.


Este trastorno es bastante frecuente en la población general. En los niños y adolescentes el síntoma más habitual es el dolor abdominal, que se da en un 10-30% de ellos. De este grupo, el 80-90% no presenta ningún trastorno orgánico que pudiera explicar el dolor.



Evidencia del papel de los factores psicológicos

·         El dolor suele estar asociado a un acontecimiento estresante; hacer que estas personas sean consciente de este hecho puede aliviar los síntomas.

·         El dolor aumenta al aumentar el estrés.

·         Los síntomas se alivian al desparecer el estrés.

·         La discapacidad que expresan es exagerada respecto al dolor del que informan.

·         Existencia de algún beneficio de sus síntomas (ganancia secundaria).



Hipocondría


Consiste en una preocupación marcada por las funciones corporales con miedo a adquirir o padecer una enfermedad grave.

Para llegar a estas conclusiones se basan en síntomas físicos que interpretan de manera errónea. Sus preocupaciones les provocan un gran malestar emocional y les dificulta funcionar de un modo normal.

Por ejemplo, una adolescente de 13 años pensaba que tenía cáncer porque sus pechos se habían desarrollado de forma asimétrica. También tenía la sensación de que se le caía el pelo, lo cual, según ella, confirmaba el diagnóstico.


Estas preocupaciones persisten a pesar de que los médicos les aseguren que están sanos. Son usuarios habituales de los servicios médicos, aunque suelen sentirse insatisfechos con los servicios prestados o el trato recibido por el personal sanitario. Es habitual que padezcan algún otro trastorno simultáneamente, siendo el más frecuente un trastorno de ansiedad generalizada (71%) seguida de distimia, depresión mayor, trastorno de somatización y trastorno de pánico.


Aunque no está claro su origen, muchos autores consideran que se trata de un comportamiento aprendido en la infancia: estos niños aprenden que estar en el papel de enfermo conlleva atención y cuidados por parte de otras personas, así como otras ganancias secundarias, como evitar determinadas obligaciones. En otros casos, se trata de niños que han vivido con familiares enfermos o se han enfrentado a la muerte y han aprendido a temerla más que los demás y a tener más presente que otras personas la posibilidad de enfermar y morir.

Algunos autores explican que estas personas toleran peor que los demás los síntomas físicos y los perciben de modo exagerado. Por ejemplo, lo que para la mayoría de las personas es una presión abdominal, para ellos es dolor. Sus síntomas más leves son interpretados con una intensa ansiedad como indicios de que les sucede o les podría suceder algo muy grave. Es decir, se trataría de distorsiones en su pensamiento, con tendencia al catastrofismo y la exageración.



Trastorno dismórfico corporal


Consiste en una gran preocupación con algún pequeño defecto físico real o imaginado. Si dicho defecto existe, la preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo perciben de un modo exagerado. Por ejemplo, una nariz grande, aunque normal, puede ser percibida como enormemente desproporcionada y provocar un gran malestar emocional y rechazo en esta persona.


Suelen ser personas inseguras, sensibles, obsesivas, ansiosas, narcisistas, introvertidas y con rasgos hipocondríacos.


Su excesiva preocupación puede afectar a su funcionamiento en el trabajo, estudio, relaciones y otras áreas de su vida. Pasan muchas horas pensando en su supuesto defecto y mirándose al espejo o bien evitan completamente los espejos (o alternan entre ambos comportamientos). Pueden evitar aparecer en público e incluso ir a trabajar. Otros salen de casa sólo de noche o incluso pueden llegar a no salir en absoluto, lo cual dará lugar a aislamiento social. Algunos han intentado suicidarse.


Las principales áreas corporales de preocupación son piel, cara, acné, genitales, arrugas, dientes, pecho, nalgas, cicatrices, pelo fino, asimetría facial, bello facial excesivo, labios, nariz, etc. En los hombres la preocupación principal suele centrarse en los genitales, mientras que las mujeres suelen preocuparse más con su cara, pelo y pecho. No suelen revelar lo que les pasa debido a que se sienten avergonzados y, como mucho, dicen que se consideran feos en un sentido general, sin especificar el motivo.

Este trastorno suele comenzar en la adolescencia e ir disminuyendo con la edad, aunque en ocasiones puede volverse crónico.



Trastorno de conversión


Se trata de uno o más síntomas que afectan al funcionamiento sensorial o motor y que asemejan una enfermedad neurológica pero que no pueden ser explicados mediante ninguna enfermedad física. Su aparición suele estar asociada a algún acontecimiento estresante. Los episodios suelen ser breves, recuperándose totalmente en el plazo de un mes o menos. En la mayoría de los casos no vuelve a repetirse, aunque en otras ocasiones los síntomas pueden volver a aparecer al cabo del tiempo.


Los síntomas producen un malestar significativo o un impedimento social, ocupacional o en otras áreas importantes de la vida.


Entre los síntomas típicos se encuentran los siguientes: problemas de coordinación o equilibrio, debilidad o parálisis de un brazo o pierna, pérdida de sensibilidad al tacto o al dolor en una parte del cuerpo, convulsiones (parecidas a un ataque epiléptico), pérdida de visión, sordera, afonía, dificultad para tragar, sensación de tener un nudo en la garganta, retención urinaria.


El nombre de este trastorno es debido a que estas personas están convirtiendo un conflicto psicológico en una incapacidad para mover ciertas partes del cuerpo o usar los sentido con normalidad. Por ejemplo, la persona que pierde la voz en una situación en la que teme hablar, o el pianista cuyas manos quedan paralizadas cuando ha de actuar ante una audiencia y esta situación le produce una gran ansiedad. Estos síntomas sirven para aliviar la ansiedad (ganancia primaria) y para sacar a la persona de la situación estresante (ganancia secundaria).


Este trastorno puede ocurrir a cualquier edad. Se estima que hasta un 34% de la población experimenta algún síntoma de conversión a lo largo de su vida, pero el trastorno suele ser más frecuente en personas de bajo nivel educativo y cultural.


Hay que diferenciar entre la aparición de un síntoma de conversión y un trastornos de conversión. La diferencia está en que para considerarlo un trastorno, ha de afectar significativamente a la vida o estado psicológico de esta persona (por ejemplo, una afonía que impida a un profesor dar clases durante un par de semanas).

Como ejemplo de un síntoma de conversión sin repercusiones se encuentra el caso de una mujer de 19 años que tuvo problemas de visión consistentes en ver los objetos como si estuvieran rodeados de un círculo de luz, con dificultades para ver el lado derecho de cualquier objeto en el que fijase su vista. Este síntoma tuvo una duración de una media hora y reaccionó ante él con relativa tranquilidad.



Fuente: http://www.cepvi.com/articulos